miércoles, mayo 23, 2007


La suerte de la olla, la muerte del perro flaco y con tiña, las zapatillas rotas, la horrible bicicleta y la pelota de trapo, acaban de presionar el gatillo.
Pablo Otaíza

lunes, mayo 14, 2007

MANUAL PARA EVITAR UNA CONVERSACIÓN EN UN BUS


Debe tener presente que cada pasajero es una historia distinta. Si usted es de los que odian entablar conversación con un extraño, y sobre todo en un viaje, preste atención a estas recomendaciones. Existen distintos tipos de “conversadores móviles” (Así definiremos a quienes quieren conversar a toda costa durante el viaje). Es muy difícil identificarlos a simple vista. Pueden encontrarse dentro de una abuelita, de un trabajador o de un inocente estudiante. Cualquiera sea el caso debe aplicar algunos de estos procedimientos para evitarlo.
El primero y más clásico, es el responder con monosílabos. Por ejemplo: Está caluroso afuera. Dice el conversador. Usted debe responder con un: MMMM. o -mejor aún- con un sutil gesto de afirmación con la cabeza. Los labios deben permanecer rígidos. Por ningún motivo esboce una sonrisa, eso sería invitar a una segunda pregunta al enemigo.
De inmediato mire por la ventana, o cierre los ojos. Esto alejará al conversador de nosotros.

Otra maniobra es la de escuchar música. Y aunque usted no le guste, se le recomienda llevar consigo unos audífonos. Aunque no estén conectado a algún aparto sonoro. Llévelos consigo y si tiene la mala fortuna de toparse con un conversador. Póngaselos en los oídos. Nunca muestre que no tiene conexión. Ponga cara de disfrutar la música que suena y si es más osado, lleve el ritmo imaginario con sus pies.

Si usted es de los pocos habitantes que suelen decir las cosas directamente y a la cara. Tiene el problema casi solucionado. Dígale simplemente que le gusta viajar en silencio y que odia conversar con extraños, ahora si usted dice las cosas de manera sutil o lo que se conoce como “Mentira piadosa”, dígale que no quiere hablar por el fallecimiento de un amigo o dígale –con una mueca de dolor- que viene recién saliendo del dentista. Si usted, amigo lector, es un adulto, evite decir la mentira que su madre no lo deja hablar con extraños. Nadie le creerá.
Si el enemigo insiste en conversar. Tome una determinación drástica. Párese. Pida permiso, demuéstrele que los audífonos no estaban conectados y que sabe pronunciar palabras con más de una sílaba, y busque un asiento desocupado.
Pablo Otaíza