viernes, abril 14, 2006

PELÍCANO


PELÍCANO

En Valpo (como él le decía) se conocieron y amaron. En el cerro Monjas se dieron su primer beso y ella le contó un secreto. En la plaza Victoria, dándole de comer a las palomas, imitando a los jubilados que la hacían llorar, asumieron que ya no era un juego. Y en el terminal de buses, ahí frente al Congreso, ella notó que no quería seguir viajando todos los fines de semana desde su ciudad, sólo para ver cómo él entraba a la mar cada sábado de madrugada


Pablo Otaíza Pérez

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