Cada vez que lee el periódico –como ahora- medita sobre la situación de pobreza en el mundo. Alega por las desigualdades y el poco decoro de los más ricos. Se identifica con los misioneros que ayudan en la selva, y siente un repudio enorme frente a los que roban a los más pobres. Está consciente del calentamiento global y sabe que alguien debe proteger a las ballenas.
Duda un segundo (sólo uno) en pasar a la siguiente página.
Mientras hojea la sección deportiva, sueña con hacer un gol a estadio lleno y gritarlo a todo pulmón justo antes de tomar su maletín y bajarse en la fría estación de metro que lo deja cerca de su oficina.