viernes, mayo 05, 2006

WIN DERECHO


La miseria lo llamaba. Una y otra vez él le hacía una finta, tal como en sus años de jugador del Wanderers, salvo que ahora quien enviaba la patada era la vida. Perra. Sucia.
Aunque, como todos los que intentaron botarlo, dentro y fuera de la cancha, ésta deberá seguir esperando.

Pablo Otaíza Pérez

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nadie quiere que la vida lo derrote. Cuando te empuja y te maltrata, lo único que logra es que uno se haga más fuerte. Es una pelea que nunca acaba.