Esperábamos que nos dijera algo. Cualquier cosa, desde un “los odio” hasta un “los amo”. Lo que sea. Después de lo que hicimos en su contra era de esperar alguna reacción visceral.
Sin embargo nos miraba con una estúpida cara de misericordia, como si nosotros estuviéramos en problemas, como si nosotros debiésemos ponernos a llorar y correr a nuestras casas.
Nos miramos y los tres supimos que debíamos volver a meter su cabeza en el hoyo...hasta que aprendiera le lección, cueste lo que cueste
Pablo Otaíza Pérez
lunes, junio 12, 2006
CONFESIÓN
Levado a usted por microcuentos a la/s 8:27 a. m.
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